Y si, no hay con que darle! Cuando estoy triste termino en el Barrio Chino, mi pequeño nuevo refugio, mi nidito de emoción por así llamarlo; siempre que me aburro o estoy desganada con la vida, me sumerjo en ese pequeño mundo oriental encauzado en el bajo Belgrano (entre Mendoza y Arribeños). Plagado de productos exóticos, entre ellos shitakes, arroz negro, maca spirulina, tés de todas las variedades, sushi y especias exóticas traídas desde la India. Cada vez que voy, me cruzo con alguna novedad o algo insólito para sumar a mi cocina, entonces, entre estas razones, definitivamente se volvió mi almacén de caprichos.
Hoy no fue un buen día, al igual que el Martes de la mismísima semana. Básicamente, me siento un poco perdida, creo que es la palabra que mas define mi estado. No encuentro donde instalarme en cuerpo y alma, por momentos me tropiezo con mezclas inexplicables de euforia, dosis de éxtasis e ilusiones desmesuradas y por otros instantes, caigo desde un precipicio en picada, sumado a una pizca de recuerdos pasados, una dosis de agotamiento y sensación de impotencia y otro poco de desilusión. Claramente no me entiendo, y eso que gasto fortunas en terapia psicoanalítica, pero siquiera esta semana me ayudó a conciliar mis dolencias. Las ráfagas de ausencia de amor, las diferencias y la irritabilidad no ayudan tampoco y si bien mi analista me sugirió ceder y comenzar a respetar las diferencias (porque cada uno es único, siempre me lo aclara valga la redundancia), no logro aplicarlo o creo desentenderlo.
Simultáneamente, la rutina que me choca día y noche se me vuelve infinita , los nuevos horarios nocturnos, volver a las 23 a mi hogar después de una breve jornada facultativa plagada de quehaceres insostenibles y aburridos, cruzarse con caras nuevas y pintarse una sonrisa aprisionada para simpatizar... whatever, c'est la vie! A pesar de las malas vibras, y lo pantanal que suenan mis descripciones, lo más lindo de la semana fue mi cena con una vieja amiga de la primaria: nos pusimos al día con charlas incesantes, risas quisquillosas, gestos extravagantes; entre copas y bocados se nos escapó la noche en un santiamén. Hacía bastante que no disfrutaba tanto una buena cena con una amiga; ni hablar de los manjares y delicatessen que nos acompañaron, desde almohadones decorativos en una especie de carpita instalada en la calle, hasta mi risotto de calabaza y miel con pancitos integrales, flores comestibles, y un azúcar rara que no recuerdo el nombre; todo ultra veggie y super delicioso!
Muy agradable: las velas que nos acompañaban, la vajilla, las ambientación y hasta el detalle sutil de una mini boutique dentro del local para llevarse productos gourmet como chutneys, mermeladas caseras pompones decorativos para la puerta y paletas gigantes de caramelo.
http://www.mooirestaurant.com.ar/
En fin, Buena vida!